En pocas ocasiones coinciden en la cartelera varias películas que, rompiendo con el canon dominante en el cine más comercial, nos ofrecen la ocasión de mirar al pasado y al presente de las mujeres, o sea, de la mitad de la Humanidad. Nada mejor para contrarrestar los productos que resultan de egos autorreferenciales y estreñidos, como puede ser el de nuestro Almodóvar y su aclamada Dolor y gloria, que disfrutar de las historias que nos ofrecen películas como Conociendo a Astrid y Las invisibles.
La primera, dirigida por una mujer, Pernille Fischer Christensen, nos hace visible a la autora de la famosísima Pippi Calzaslargas, la escritora sueca Astrid Lindgren. Encarnada por una maravillosa Alba August, la película nos muestra el itinerario vital de una mujer que, desde muy jovencita, luchó por ser un ser autónomo, no dependiente de los hombres, capaz de llevar el timón de su propia vida. Una escritora que, como nos muestra la escena del baile, se resiste a seguir las convenciones y se rebela contra lo que para ella estaba escrito en un mundo de hombres. La misma energía feminista que muchos descubrimos, sin ponerle ese calificativo, en la niña que en los 70 se subía a los árboles o hacía cosas que no eran propias de señoritas. La sueca bien podría ser una de esas muchas mujeres que el canon masculino ha tenido, como diría Nuria Capdevilla, armarizadas. LEER MÁS »